Mil silencios son mi vida

Te he extrañado mucho, es cierto, pero nunca quise hacerlo como ayer. La sangre dejaba durante segundos de correr por mis venas y tan solo se paraban a observar el oscuro panorama de mis manos, la soledad de mi alma, la carencia de energía para continuar con la vida, la falta de un abrazo, de tu abrazo y lo que consigo lleva: la paz. Podía gritar mil veces que te necesitaba, pero, que mas da tan solo me ganaría cuatro risas, tres insultos, dos disparates y algún que otro castigo. Preferí quedarme callada, en silencio , abrazar el vacío y llorar sin ruido, escuchar el sonido de las olas de fondo, y ahogarme inconscientemente en mi propio mar; ya no podía mas mi cabeza pronto dejaría de vivir, mi sangre se había vuelto a congelar en tu mirada, me había quedado como dijo Ángel González, me había quedado sin pulso y sin aliento alejada de ti. Ya no quería oír las olas, ni tampoco el susurrar de una voz recitando cualquier cosa de esas que te llegan al alma, tal vez me podrían haber ayudado, pero mi cabeza ya no podía más, mis manos buscaban cualquier cosa a lo que agarrarse a lo que apretar y no herir, pero no había nada; nada ni nadie podía ayudarme en ese momento, y no quería decirte nada, eras el único que podía salvarme y bueno pensar en ti me salvo un poco, tus palabras calmaron la lluvía y despejaron un poco la bruma.

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