Instantes de la perfección

El aire golpeaba mi cara, se encargaba de desordenar mi pelo mientras
recitaba a gritos en mi mente “caracola que acercas a tu oído, para poder
reunir, tímidamente, con el rumor del mar, mi sentimiento,....”, mientras
leía mataba el tiempo que se hacía eterno a cada segundo que descontaba del
reloj, a cada instante que se consumía en tu espera, a cada minuto que se
ahogaba en el mar de mi inquietud; de repente mis ojos se cegaron, y el aire
olía de otra forma, y sonreí, podía suponer de quien eran esas manos que
acariciaban mi cara, quizás fue por eso que sonreí, o porque aún cabiendo la
duda de que no fueras tú me sentía bien. Alzaste tus manos, como diciendo
“mírame yo te he dado la vista”, y yo sonreí como queriéndote dar las
gracias, “gracias por dejarme ver” o mas bien “gracias por dejarme
sonreír”. Te sentaste a mi lado y me besaste, al unísono sonreímos y
susurraste “¿no lees porque estoy aquí?”, no dije nada pero en aquel momento
pensé que mas valía una imagen que mil palabras, y desde luego tus ojos
podían suplir en aquel instante cualquier poema. [..........] Estaba feliz,
nunca se me hubiera ocurrido sentarme en uno de esos bancos a observar el
mar, o el cielo, sin embargo a ti sí, y luego dices que yo soy romántica, tú
si que lo eres. Estábamos allí como dos extraños en un planeta ajeno, como
dos niños aislados de la fantasía; quizás era eso, la gente que estaba a
nuestro alrededor ya no tenía edad de vivir fantasía o quizás eran demasiado
hipócritas creyendo que no tenían edad, a toda edad se puede vivir fantasía,
ya me dirás tú si alguien hubiera dado hace un mes cualquier cosa por
nosotros, que apenas nos conocíamos, que habíamos hablado dos veces como
mucho, y susurrado algún hola por el pasillo; pero ya ves a veces sin querer
puedes ir creándote un mundo idealizado en tu cabeza donde te encuentras
sola, y donde mejor no estar por miedo a la soledad, o quizás por que tus
amigos tienen miedo a que fantasees demasiado o tienen miedo a que en ese
mundo te hagas daño, yo que se cientos de cosas por las que no te trasladas
a ese mundo; y de repente un día comienzas a conversar con la persona
adecuada para acompañarte en ese mundo aunque tú no lo sabes y él , bueno él
tampoco está seguro; y lo primero que le dices a esa persona es “soy tu
ángel de la guarda”, y al recordarlo ahora sonrío, que hubiera pasado si por
esa chorrada hubiera salido todo mal y no pudieras estar a mi lado, y no
pudiera estar a tu lado, y no pudiéramos refugiarnos aunque distantes en esa
burbuja llena de fantasía, magia y todo lo que una vez nos dijeron que no
existía, que solo era cosa de cuentos. Bueno quizás esto sea un cuento, y
quien mejor para contarlo si no somos nosotros. [.......] Me subí al muro,
tenía ganas de que el viento me desordenara otra vez el pelo, de que el aire
me acariciara fuertemente, bueno la verdad en ese instante tenía ganas de
gritar, de gritarle al mundo que estabas a mi lado, que pasara lo que
apsara cualquier día volveríamos a ese lugar y volvería a subirme al muro y
volverías a abrazarme y a acariciarme mientras el aire acompasadamente
desordenaba nuestro pelo, mientras sonreíamos alegremente por estar uno
cerca del otro, por ser lo que éramos, porque había lo que solo nosotros
queríamos que hubiera. Y bajamos al bordillo de fuera, y fantaseamos con
tirarnos, ya ves aunque inconscientemente jugamos con el argumento de Romeo
y Julieta, que gracia tú, Romeo y yo, Julieta. Nos sentamos como si
quisiéramos demostrarle al mundo que el amor es estable incluso en las
situaciones mas extrañas, que era incluso capaz de mantenerse estable
sentada al borde de un muro elevado a varios metros y pinchándose
continuamente con los pinchos, que digo yo que al menos podían haber sido
rosas, así quedaba mas romántico, pero bueno. Y me sonreíste “ahora me dirás
que es casualidad”, pasaba lo mismo que cuando estuvimos en los bancos, el
cielo cubierto de nubes había abierto un circulo raso sobre nosotros y por
allí asomaban tímidamente los rallos del sol. Ahora me pregunto si lo que
brillaba era el sol o eras tú. [.......] Tenía que irme, no quería pero las
cosas son así, nada es totalmente perfecto, aunque en esta afirmación que
suelo usar a menudo habría que hacer una aclaración porque tú si que eres
totalmente perfecto. La cosa es que me despedí de ti con un beso, “nos
veremos pronto”, te ibas y yo me gire, como siempre que nos desmedíamos me
gire y vi que te ibas, me quede observándote durante unos segundos lo que
para mi pareció una eternidad, y creo que fue porque hasta que mi teléfono
no sonó cuando estaba en el tren, hasta entonces te mantenías en mi pupila.

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